jueves, 15 de marzo de 2012

Contra los recortes en educación Una reflexión sobre la situación del profesorado.






Últimamente cuando hablamos de los recortes en educación siempre nos volcamos a hablar de la repercusión social que ello conlleva, de los niños, de los padres y de la sociedad de borreguil que pretenden crear, y que bueno, ya casi la han conseguido, y si no esperad unos pocos años más. Pero hoy me gustaría hacer una reflexión centrada en el profesorado.

Desde el próximo día 20 todos los profes tenemos en nuestro horario 2 horas más. Pero claro, ahora no van a ser dos horas con alumnos porque no se pueden volver a mover todos los horarios de todos los profesores y no se puede ajustar todo de nuevo, esas dos horas son para que estemos presentes en el centro de enseñanza, y se llaman horas de permanencia. Pero entonces ¿cuál es la causa real de que desde ahora hagamos dos horas más? Lo que se comenta por los pasillos es que lo hacen para joder, otros comentan que es para ir haciéndonos a la idea de permanecer en el centro dos horas más de lo habitual, (como si no lo hiciésemos ya en innumerables ocasiones), y otros comentan que son ficticias, que se ponen pero que no hay que cumplirlas.

Sinceramente, yo reflexiono y no puedo imaginar a un consejero sentado en su despacho frotándose las manos mirando una pantalla en la que se ven los corrillos en las salas de profesores y el individuo riéndose a carcajadas como el malo del Inspector Gadget, y diciendo ¡qué malo soy, pero, qué malo soy, jajajajaja!!.

Yo creo otra cosa, no menos fantástica, pero algo diferente. Creo que hay buenos psicólogos trabajando en todo esto, siempre he desconfiado de las estrategias políticas, no es para menos, pero esta vez, me queda más claro que hay una estrategia psicológica detrás.

Si las dos horas las implantaran directamente a partir de septiembre, en el momento en que cogiéramos dos horas más con grupos y viéramos los pocos huecos que nos quedan para descansar, hacer terapia de grupo en la sala de profes o la cantina, o de salir a pegar un par de gritos a la calle para expulsar el estrés que acumulamos, entonces nos daría un algo y saldríamos descontrolados a las calles. Pero lo que han propuesto es que nos acostumbremos desde ya a la nueva situación, para así no petar emocionalmente. Si ahora no tenemos huecos de desahogo, de escape, de distensión, no los echaremos de menos más adelante.

Una forma más de llevarnos cual rebaño por el camino menos abrupto hasta las cumbres más abruptas.

Y es cierto, no somos más que trabajadores al servicio del amo estado. Eso es ser funcionario, quien lo quiera que lo coja, pero eso sí, que se licencie, que se estudie un temario de 70 temas mínimo, que diseñe una excelente programación didáctica (si es que sabe lo que es eso), que se presente a oposiciones y esté entre los 30 primeros de 6000 personas y que soporte la incertidumbre de que sus condiciones laborales pueden variar cuando la circunstancia lo permita sin que le pidan opinión, ni voz ni voto, y que entienda que si el país va mal, el funcionario va a ser el primero en apencar, y que si el país va bien, va a tener que salir a la calle a mendigar que también se le de a él.

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